ARTE E INDUSTRIA



Introducción de trabajo útil o esfuerzo inútil
La mayoría de la gente opina hoy que todo trabajo es útil, y la mayoría de la gente acomodada que todo trabajo es deseable. Casi todo el mundo, acomodado o no, cree que, aun cuando un hombre realice un trabajo en apariencia inútil, por ese medio se gana la vida: está <<empleado>>, como normalmente se dice, y la mayor parte de los que disfrutan de una posición acomodada celebra al trabajador contento con felicitaciones y elogios, con tal de que sea lo bastante <<industrioso>> como para privarse de todo placer y toda fiesta en aras de la sagrada causa del trabajo. Resumiendo, ha llegado a convertirse en artículo de fe para la moralidad moderna que todo trabajo es, en sí mismo, bueno, creencia muy oportuna para los que viven del trabajo de los demás. Pero aquellos que trabajan para otros les recomiendo no fiarse y estudiar la cuestión con un poco de detenimiento. …A continuación se encuentra la masa de gente empleada en producir todos esos artículos de locura y de lujo, cuya demanda es el resultado de la existencia de las clases ricas no productoras, cosa que ni se les ocurriría pedir ni con las que se les ocurriría soñar a quienes llevasen una vida viril e incorrupta. A estas cosas, y quién quiera que me contradiga, siempre rehusaré llamarlas riqueza: no son riqueza, sino despilfarro. La riqueza es lo que la naturaleza nos proporciona y lo que un hombre razonable puede obtener a partir de los dones de la naturaleza para emplearlo de modo razonable. La luz del sol, el aire fresco, la faz virgen de la tierra, el alimento, el vestido y la vivienda necesaria y decente, el acopio de conocimientos de todo tipo y el poder de diseminarlos, los medios de la libre comunicación entre hombre y hombre, las obras de arte cuya belleza crea el hombre cuando más hombre es, cuanto más lleno de aspiraciones y más juicio tiene: todas las cosas que proporcionan placer a la gente libre, honrada e incorrupta: esto es la riqueza.


ARTE E INDUSTRIA
En los comienzos del Siglo XIX encontramos dos fenómenos paralelos, aunque prácticamente impermeables el uno para el otro: la Revolución Industrial en el terreno de la producción de objetos, y el Academicismo en el de la producción de arte. La Revolución Industrial comenzó a plantear nuevos métodos y nuevos objetivos en la producción artística, mientras que el academicismo, sobrevolando el presente, seguía acudiendo a la Historia como modelo intemporal.
La revolución industrial plantea nuevos métodos y nuevos objetivos en la producción artística mientras que el academicismo, sobrevolando el presente, seguía acudiendo a la Historia como modelo intemporal.
La pintura perdió repentinamente el monopolio en la tarea de reproducir lo real, aunque la solución a estas contradicciones no tardaría en llegar  ya que frente a la fotografía no podía competir en el nivel de “objetividad” de la imagen, lo que hacía falta era una profunda transformación de los métodos y objetivos de la propia pintura, situarla en la propia especificidad de su lenguaje y, sobre todo, abandonar la representación fiel de la realidad y del espacio perspectivo: así surgen las primeras imágenes de la pintura moderna, las tentativas de los impresionistas y los post-impresionistas.
Las nuevas transformaciones afectan al mundo de los artistas, especialmente también al mundo de la arquitectura.
En este contexto surge el movimiento por la dignificación de los productos industriales como reacción ante la inevitable fealdad de los objetos producidos en serie. El trasvase de los procedimientos artesanales a los industriales no fue realizado, en general, por los propios artesanos, sino por empresarios que actuaban bajo los parámetros de la cantidad y el beneficio. De esta forma, los concienzudos objetos de la artesanía fueron reproducidos masivamente por la industria, con un balance económico altamente satisfactorio, pero bajo niveles de calidad material y estética que se degradaban día a día, ya que a los parámetros de la calidad y la “satisfacción por el trabajo bien acabado”, empleando la terminología morrisiana, fueron progresivamente sustituidos por los de producción masiva y beneficio. Por otra parte, la producción industrial alejó a los artesanos de su trabajo manual, pero también les apartó de su posibilidad de opinar y actuar sobre los procesos de fabricación y, sobre todo, de evaluar la calidad del objeto final. En este proceso no sólo se enfrentan las opiniones contrapuestas del industrial que produce masivamente y del artesano que no puede mantener él solo la competitividad con la mecanización, sino también cuestiones más internas, relativas al resultado estético del producto.

SOBRE WILLIAM MORRIS


William Morris sostenía que tanta importancia tenía el objeto como su realización, la cual debía constituir una manifestación de alegría al trabajar. Ruskin y Morris creían que la belleza para la supervivencia del hombre era tan necesaria como la comida o el cobijo.

<< No estoy abogando por la producción de un poco más de belleza en el mundo, por mucho que la ame, y por mucho que esté dispuesto a sacrificarme por ella; es por la vida de los seres humanos por lo que abogo>>

Arte y trabajo se fusionan, la satisfacción del trabajo yace en la realización de los poderes creativos del hombre opuestos a la degradación del obrero por las tareas mecánicas (Nadie realiza un buen trabajo si no le gusta). También sostenía que los seres humanos deberíamos ser instruidos en más de un oficio y durante nuestra vida poder desarrollar estos de manera que no fuéramos condenados a de forma mecánica reproducir siempre lo mismo.
La mano del artesano piensa, serán los nuevos sistemas de producción lo que dificulten esta tarea. Promulga una artesanía simple y noble << No tengan nada en sus casas que no sepan que es útil o no crean que es hermoso>>
<<El arte se compagina tanto con una libertad alegre, el corazón abierto y la realidad, como enferma con el egoísmo y el lujo, por lo que no puede vivir aislado y exclusivo… en tales términos no quiero que viva el arte, prefiero que no viva… No lo quiero para unos pocos>>



Morris tiende a idealizar el modo de vida artesano medieval el cual le fascina <<trabajaba menos horas que nosotros y tenían más días festivos. Trabajaban deliberada y reflexivamente, como hacen todos los artistas… Todo su trabajo dependía de su propia destreza manual y de su inventiva, y siempre dio signos de ello en su belleza y propiedad>>

Para Morris el arte no debería corresponder a un ámbito aislado de la vida. La integración entre uso, función y creación da como resultado un arte que es a la vez diseño para la vida.
Su pensamiento fue una idea influyente en el Primer manifiesto de la Bauhaus de Weimar (1919) que afirmaba que no existe diferencia sustancial entre artesano y artista. Sería conveniente mencionar aquí Pioneros del movimiento moderno: de William Morris a Walter Gropius (1936) de Nikolaus Pevsner, un texto clásico que traza entre ambos diseñadores una unidad histórica alrededor del modernismo.

Las afinidades entre Morris  y el movimiento inglés Arts and Crafts con la Bauhaus e incluso la vanguardia expresionista exponen sin embargo varias divergencias.
Los objetivos fundacionales de la Bauhaus, unir las artes con los oficios, experimentan durante la década de 1920 un cambio de énfasis; Partiendo de la empatía con los materiales, derivan hacia una mayor abstracción y una reinterpretación del rol de arte y el oficio en la producción industrial. Gropius considera al uso de la <<instrucción manual>> como un <<primer paso práctico en el dominio de los procesos industriales>> y a la <<evolución a nuevos modelos para la producción en masa>>. De modo que la elaboración artesanal deviene para Gropius solo una etapa del desarrollo de diseños para la producción, ajena a la noción de realización del trabajador en su confección.
El nuevo principio de su escuela supuso así la unidad de arte y tecnología orientada a la democratización del diseño industrial.
"Noticias de ninguna parte" (1890), la novela utópica de ciencia-ficción en la que William Morris plasmó sus ideas humanistas y ecologistas.

SOBRE LA PROTECCIÓN DE MONUMENTOS ANTIGUOS
Todas las artes populares se veían reunidas en la arquitectura bajo la concepción de Morris. Este condena el trabajo de los restauradores. Otra hipocresía típica de la época. Critica la concepción del arte como forma y no como sustancia. Por ello funda la Sociedad de Protección de Edificios Antiguos.
Introducción de la Conferencia pronunciada ante la Sociedad para la Protección de Monumentos Antiguos en el primero de julio de 1884

“Los miembros de esta sociedad sabemos reconocer la belleza presente en la pátina de un edificio antiguo que ha sufrido el desgaste de la intemperie y del tiempo; y todos hemos lamentado que esta pátina desapareciera por obra de un <<restaurador>>. Pero, aunque este hecho nos conmoviera profundamente, a algunos nos cuesta explicar a los profanos todo el valor que posee esa antigüedad.  No se trata solo de que sea pintoresca y bella, aunque eso sea muy importante; ni de que la obra poseyera un valor sentimental inherente desde el momento en que sus creadores dieron por terminado el trabajo, pero del que apenas son conscientes las numerosas generaciones que se han fijado en ella. Las piedras no albergan más que una parte de ese valor, como ha dicho John Ruskin con gran belleza a propósito de un edifico histórico en Francia (ahora probablemente reducido a una versión académica de su verdadero ser): a saber, que eran <<las mismas piedras que los ojos de san Luis habían visto levantarse para ocuparse de ese lugar>>. Este sentimiento es de gran importancia, pero no lo es todo; no, solo es una parte de ese valor especial del que quiero hablar hoy. En pocas palabras, esa pátina sin restaurar de la arquitectura pasada es testimonio de la evolución de las ideas humanas, de la continuidad de la historia, y por eso ofrece perennemente una instrucción, o incluso una educación, a las sucesivas generaciones, no solo diciéndonos cuales fueron las aspiraciones de los hombres que han existido, sino también qué podemos esperar del futuro.

" Hacemos nuestro alegato, por consiguente, en nombre de todos esos monumentos, de todas las épocas y estilos, y emplazamos a todas aquellas personas que deben cuidar de ellos para que lo hagas mediante la portección y no la restauración;  para que ahuyenten la degradación mediante el cuidado diario, reparando un muro endeble o arreglando un tejado con goteras con los medios adecuados para sostener o cubrir, sin fingir hacer arte, y negándose a desfigurar sus adornos o estructura;y, en el caso de que un edificio se haya vuelto inútil para su uso actual, erigiendo otro nuevo en lugar de alterar o ampliar el antiguo. En resumen, que traten nuestros edificios antiguos como monumentos de un arte que ya no existe, creados por unas tradiciones pretéritas que el arte moderno no puede tocar sin destruir. 
Solo así podemos evitar el reproche de dejarnos atrapar por nuestra erudición; solo así podremos proteger nuestros edificios antiguos y dejar que sigan siendo venerables e instructivos para quienes vengan después de nosotros."





Idoia

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