Tipos de viviendas japonesas

Tipos de viviendas japonesas

El interior de la vivienda japonesa tradicional está compuesto por líneas y texturas, y por los juegos que la luz crea con ellos. Su belleza reside en los efectos de las sombras, producidas por la luz, y las paredes; ambos definen el espacio interior y evocan el espacio exterior a través de las ventanas y de las vistas.
Se prefiere lo sutil a lo obvio, y la presencia de la luz implica la existencia de las sombras, amadas por los japoneses. En “In praise of shadows”, Junichirō Tanizaki observa que también en los interiores domésticos los japoneses prefieren los colores de la oscuridad, en lugar que los colores de la luz del sol. La actitud frente al tema de la luz se refleja en las lámparas recubiertas con papel pintado, que suavizan la luz proporcionando una atmósfera cálida y agradable. Las paredes shoji contribuyen también en suavizar la luz que viene desde el exterior, y además configuran los espacios interiores permitiendo que sean flexibles. También separan, y a la misma vez unen, el interior de la vivienda y el jardín, creando una complicidad profunda entre los dos.
Los muebles presentes son pocos y perfectamente integrados en la arquitectura.

La casa urbana.

La casa urbana retoma su esencia del estilo sukiya, un estilo que a su vez surgió a partir del estilo creado por los samurai, o sea el estilo shoin.
Los dos estilos mucho tienen que ver con la construcción de la casa del té, perfeccionada durante la era Muromachi (siglo XVI), por el Gran Maestro de té Sen Soeki.
De hecho, el hábito recientemente popular de la ceremonia del té produjo un incremento notable en la producción de objetos ligados a la ceremonia del té. Así que, el estilo de la casa del té acabó introduciéndose también en las viviendas.
  La casa urbana en Kioto, de propiedad de Nakamura Sotetsu es un ejemplo de como el estilo sukiya haya influido en la arquitectura residencial. La vivienda es del principio del siglo XIX y la propietaria es una famosa laquista que produce obras de arte ligadas a la ceremonia de té, siguiendo una larga tradición de familia.
La primera estancia de la casa es una sala de té, que tiene dos entradas. Una de ellas, un conjunto de mamparas shoji correderas que llegan hasta el techo, es la entrada de los nobles, que recuerda los días de la estricta segregación de clases.
La segunda es una mampara shoji corredera a media altura, llamada nijiruguchi, que se atraviesa a gatas; una actitud humilde que dispone la mente para la ceremonia del té. El trayecto desde la puerta principal crea una atmósfera de respecto y tranquilidad, y tiene la importante función de unificar la casa con el jardín. La relación entre el jardín y la casa está subrayada por las superficies acristaladas que hacen que el jardín se meta dentro la vivienda; además desde la sala del té se accede directamente al jardín, o sea, a través de la entrada que se atraviesa a gatas.
Los interiores se caracterizan por la presencia de materiales sobrios, que proporcionan una sensación de elegante rusticidad, sobre la cual resaltan los detalles de los objetos únicos que produce la propietaria. Esta elegante rusticidad está relacionada con el concepto de wabi, y se obtiene a través del uso de materiales sobrios, como el techo de ajiro, un tipo de corteza trenzada, las paredes de arcilla tratada, y el suelo de tatami y madera.
En el estudio del artista destacan unos muebles de madera, donde el tiempo ha dejado su pátina, casi a subrayar la profunda relación entre la propietaria y el trabajo de sus antepasados.


El refugio de montaña.

El noventa por ciento de Japón está recubierto de altas montañas boscosas, que no constituyen un simple hecho geográfico, si no que adquieren un profundo significado simbólico. El Fujiyama es la montaña donde se cree que vivan los espíritus de los antepasados. Como pasa en muchas otras culturas, también se asocian las montañas a una existencia retirada, en armonía con la naturaleza.
Hay muchos tipos de casas de montaña, algunas son poco más que cabañas, que antiguamente proporcionaban un refugio a los peregrinos; mientras otras son más resistentes, construidas con vigas solidas de madera y tejados gruesos de paja, para protegerse del frío.
La casa Miyama-sou es el retiro de un esteta, pensada como un lugar contemplativo que absorbe en sí mismo la naturaleza. Fue construida a mediados del siglo XIX por el bisabuelo del actual propietario, y fue utilizada durante un tiempo como posada.  Está situada en los empinados pliegues del monte Daihizan, al norte de Kioto, y es una pequeña edificación rodeada por un matorral de cerezos.
        Gracias a su presencia sobria, sus rasgos arquitectónicos irregulares y asimétricos, y la mezcla de rusticidad y sofisticación, en la casa se refleja la elegante rusticidad propia de la ceremonia del té.
Se llega a la entrada descendiendo por un camino pavimentado con grandes losas de roca, iluminadas por la noche mediante lámparas de papel de arroz a la altura del suelo.
En la entrada hay una ventana redonda, característica de la arquitectura religiosa y aristocrática, que históricamente señala la transición de la ventana como sistema practico para que entre luz a elemento decorativo.
A pesar de su aparente simplicidad, los interiores son decorados con papeles pintados a mano que cubren las mamparas correderas, y los travesaños que filtran suavemente la luz. 
Aun así, el elemento decorativo principal es el paisaje de montaña, en muchos casos enmarcado a través de ventanas que hacen que el visitante dirija hacia ahí su mirada.    
En este caso no se debería hablar de relación entre la vivienda y el jardín, sino de relación entre la vivienda y el paisaje. La diferencia entre los dos es que en el primer caso se trata de una naturaleza creada por el hombre, mientras en el segundo se trata de un ámbito más grande y más salvaje; así que en este caso la manera para dominarlo es marcando unas vistas preciosas que actúan casi como pinturas.

La machiya.

La machiya es un tipo logia de vivienda que se construyó en la época Edo (1603-1867), reservada a los comerciantes. Son bloques de viviendas de dos pisos, ubicados en barrios muy unidos, que hacían causa común para protegerse de las guerras.
La forma larga y estrecha de esta tipología se debe al hecho que los impuestos se aplicaban según la anchura de la fachada a la calle.
Aunque, en un intento de contener el poder cada vez mayor de los comerciantes, se promulgaron leyes estrictas para regular la construcción y la decoración de sus casas, prohibiendo cualquier exhibición extravagante de riqueza, hay algunas características que hacen fácilmente reconocibles estas viviendas.
El sistema constructivo kiwari, basado en la dimensión de la estera tatami, hace que las fachadas sean bien proporcionadas y armoniosas.
Es un lugar que cumple una triple función, ya que el comerciante trabaja, vive y almacena sus mercancías en la vivienda. La sala de recibir mira hacia el jardín construido en el patio central, pensado como un jardín contemplativo.
La sala se configura como un espacio cambiante, ya que va a hospedar distintas actividades. En la sala un conjunto de estanterías sirve como expositor de la mercancía. Pero el elemento fundamental es el almacén, ubicado en la parte trasera, donde el comerciante guardaba todas sus mercancías.

La casa de campo.

En Japón los granjeros son considerados los depositarios de las tradiciones campesinas nacionales y la columna vertebral del suministro de alimentos. Además, siendo en contacto con la naturaleza y con el mundo inmaterial que gobierna fertilidad y fortuna, son custodio también de los valores espirituales del país. La casa de labranza se caracteriza por el techo inclinado de paja, una galería larga con vista a los campos de arroz, las vigas y los pilares desnudos del interior y el hogar abierto para cocinar.
Aunque se asocie con este tipo de casa una visión romántica, hoy en día es muy difícil encontrar viviendas que no hayan sido afectadas por los cambios debidos a las comodidades propias de nuestra época, que en la mayoría de los casos han cambiado profundamente su carácter.
La casa de Kiyo y Douglas Woodruff es un ejemplo de casa de campo que ha sido restaurada con el objetivo de devolverla a su estado original, sacrificando las comodidades para obtener una muestra de lo que podría haber sido en tiempos la vida japonesa del campo.

Los interiores son sobrios, así como los materiales empleados. Destacan de esta sobriedad los objetos antiguos coleccionados por los propietarios, así como los muebles de madera recuperados de otras granjas antiguas y restaurados, y que contienen una colección de objetos de porcelana.






Pablo

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